Abogado atacado en Titicaca durante demolición de muros; agresor detenido en municipalidad

Abogado que ayudaba a demoler muros en la ribera del Titicaca fue atacado por invasores; agresor detenido en el municipio. Satira sobre el desorden edil.

Abogado atacado en Titicaca durante demolición de muros; agresor detenido en municipalidad

Titicaca, la película: abogado se enfrenta a invasores en defensa del público y sale del set con moretones y sentido del humor

En lo que parecía la escena piloto de una telenovela lacustre, un abogado que participaba en la demolición de muros (sí, esos muros que pensaron que el Titicaca era una propiedad privada de Airbnb) fue atacado por invasores cuando intentaba restituir el derecho más básico: la playa pública... o al menos la vista al amanecer sin columnas de hormigón. El agresor terminó detenido, curiosamente, dentro del edificio municipal —porque nada dice “justicia” como una aprehensión hecha en plena oficina de trámites, entre carpetas y sellos húmedos.

Según testigos (y un vecino que vendía ceviche con altavoz), la escena incluyó: palas, grititos de “¡es mío!”, y un señor que defendía su muro como si fuera el último asiento en el micro hacia Puno. El abogado, con la dignidad de quien cree en la ley y el infortunio de quien cree en los muros, intentó mediar. Lo que siguió fue menos diálogo parlamentario y más torneo de lucha libre comunal. Nuestra fuente más fiable —un chisme local con carnet de prensa— asegura que también hubo empujones, insultos y algún que otro argumento jurídico mal conjugado.

El agresor fue detenido dentro del edificio edil, lo que ofrece varias interpretaciones útiles para el manual de conspiraciones locales: 1) La municipalidad tiene nueva ala de detenciones express (horario: el mismo de atención al público), 2) los invasores intentan legalizar sus muros por vía administrativa, o 3) alguien pensó que “dentro” significaba “seguro”. El inspector que realizó la detención declaró, entre bostezos y formularios: “Aquí se detiene mientras esperamos el turno de firma”. Nadie sabe si se refería al detenido o al expediente.

Para entender cómo se llega a construir un muro en la ribera del Titicaca, basta con recordar que la lógica local suele ser: si hay vista, pongo pared; si hay pared, hago título; si hay título, cobro por la foto en Instagram. Expertos imaginarios fueron convocados de inmediato. El autodenominado "Presidente de la Asociación de Muros Emocionales" explicó solemnemente: “Los muros requieren cariño, permiso y una placa con nombre artístico”.

Estadística imprescindible (y totalmente ponderada): el 72.6% de los muros en orillas lacustres declaran sentirse abandonados y construyen en respuesta emocional. Otra cifra alarmante: 9 de cada 10 invasores confiesan que eligieron su parcela por la iluminación al amanecer y la cercanía a la parada del colectivo.

Mientras tanto, la municipalidad emitió un comunicado que podría resumirse así: “Trabajamos en ello”. Fuentes internas —es decir, la señora de la limpieza que pasa más horas en el edificio que algunos funcionarios— afirma con sorna: “Aquí hay tanto papel que si brota agua del Titicaca se inunda antes el archivo municipal que la ribera”.

Conclusión para lectores prácticos: si ve un muro nuevo en la orilla y huele a cemento fresco, no lo toque. Tome fotos, comparta en redes y si es abogado, lleve casco. Y si por casualidad aparece detenido dentro de la municipalidad, tráigale un sello y un paquete de galletas: ahí todo se arregla mejor con papeleo y carbohidratos.

Cita absurda del día: “Los muros no piden permiso, piden hashtags”, — Carlos Muroloco, especialista en barreras digitales.

Dato final para impresionar en cenas: según un sondeo no oficial, el 88% de los turistas preferiría una playa pública y un café con vista a una valla con luz LED. El otro 12% está muy ocupado tomando fotos de su muro.

Publicado en: 8 de noviembre de 2025, 10:30

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