Bruto de Arlette Eulert: el restaurante ‘sin guantes’ que llegó a Miraflores

En Miraflores Arlette Eulert abre Bruto: menos etiqueta que Matria, misma alma culinaria. Platos contundentes, turistas emocionados y mucha salsa. ¡imperdible!

Bruto de Arlette Eulert: el restaurante ‘sin guantes’ que llegó a Miraflores

BRUTO: LA NUEVA IGLESIA DEL BUEN PALADAR (Y DEL SELFIE)

En la esquina más turística de Miraflores, donde antes los turistas elegían entre ver el mar o comprar imanes con olas, ahora deciden: ¿foto con guirnaldas o comer como si nadie los juzgara? Arlette Eulert abrió Bruto, un restaurante que anuncia en letras grandes: “Ven a comer sin fingir”. Traducción libre: menos etiqueta que Matria, pero la misma mano que sabe dónde duele el sabor.

El lead, por si andas de prisa: Bruto no quiere ser elegante, quiere ser honesto. Es como si Matria hubiera ido al gimnasio, se hubiera quitado la camisa de seda y se hubiera puesto una camiseta que dice “Aquí se come la verdad”. Los platos llegan con voluntad, no con servilletas diplomáticas.

Los comensales ahora se enfrentan a tapas que parecen haber pasado por una sesión de terapia intensiva: contundentes, decididas y con la delicadeza justa para no declararte la guerra. Arlette mantiene su sello —ese que hace que tu lengua recuerde tu nombre de niño— pero lo hace con una sonrisa más pícara y menos ceremonia. Es cocina con actitud, o como dicen en la cuadra: culinaria sin disfraces.

Según el Instituto Nacional de Gastronomía Imaginaria (INEGAI), el 92.3% de los visitantes afirmó sentirse “50% más valiente” después de probar el menú. El 7.7% restante estaba demasiado ocupado sacándole brillo al plato con el dedo para contestar la encuesta.

“Yo no destruí la elegancia, la reubicé cerca de la cocina”, declaró Arlette en una rueda de prensa que duró exactamente el tiempo de una entrada. Otra frase que pudimos inventar —y que perfectamente podría haber dicho—: “Bruto es como Matria, pero con menos protocolo y más ritmo en la cuchara”.

Los turistas, como era previsible, aplauden entre bocado y bocado. No porque sea la octava maravilla del mundo (aunque algunos ya lo ponen en sus listas), sino porque por fin hay un sitio donde puedes pedir algo contundente, salir con la conciencia tranquila y subir la foto con el caption: “Comí fuerte y volví a ser yo”.

Expertos auto-proclamados ya aparecen en la puerta: “Es la fusión perfecta entre nostalgia y puño”, dice el Doctor Gastón Ruidoso, profesor honorario de Sabores Brutos y lector de cartas de menú. En la ventana del local hay una nueva regla no escrita: si tu plato lleva una pizca de humildad, el postre sale gratis (o eso dicen los rumores, que acá son una forma de maridaje).

Conclusión para los que van directo al punto: si Matria era la conversación elegante que susurra en la cena, Bruto es la carcajada que te suelta el mantel. Igual esencia, menos protocolo, más ganas de volver. Y si al salir no sabes si tu paladar está feliz o confundido, tranquilo: eso es exactamente la intención.

Publicado en: 30 de octubre de 2025, 11:31

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