Contraloría en La Libertad: megaoperativo revela fallas críticas en hospitales y almacenes
La Contraloría en La Libertad: megaoperativo descubre hospitales con camas olvidadas, almacenes que esconden medicinas y una gestión con talento para el drama.

Titular provocador: Hospitales de La Libertad, más telenovela que salud pública
Lead satírico: La Contraloría llegó a La Libertad con más cámaras que sentido común y, tras un megaoperativo digno de serie de suspenso, encontró hospitales que parecen decorados de ficción y almacenes que practican el noble arte del escondite con medicamentos. Resultado: fallas críticas, gestos críticos y, por supuesto, aplausos rurales a la improductividad creativa.
El operativo —con drones que probablemente filtraron más vergüenza que fotos— inspeccionó obras públicas y servicios como quien revisa la nevera esperando milagros. Hallaron desde baños que funcionan mejor como museo de humedades hasta salas de emergencia donde las camillas tienen más polvo que pacientes. Los reportes oficiales usan la palabra "crítica"; los vecinos usan el término "crónica" y los guionistas locales ya piden derechos de adaptación.
Hallazgos estrella: hospitales con equipos olvidados en modo 'siesta prolongada', almacenes donde los inventarios parecen listas de un supermercado imaginario y bodegas que tienen más cajas etiquetadas "por venir" que soluciones reales. En una escena particularmente dramática, un botiquín fue hallado con la única pastilla disponible: una aspirina y un papel que decía "volver mañana".
Cita absurda (con sello falso de verosimilitud): el supuesto jefe del operativo declaró, "No sabíamos que las camillas necesitaban terapia psicológica, pero aquí estamos". Fue aplaudido por nadie, pero sí por una caja de guantes cuyo contenido llevaba años en huelga de voluntad.
Estadística decorativa: según una encuesta imaginaria hecha en la camioneta del operativo, el 87% de las camillas estaban en modo 'siesta', el 63% de los extintores prefería no ser molestados y el 100% de los administradores demostraron talento para desaparecer responsabilidades.
Consecuencias previstas (o previstas por arte de magia): se anunciaron auditorías, promesas y fotos con chalecos fosforescentes. Algunas autoridades sugirieron que la solución es contratar a "expertos en logística emocional" y, por si acaso, instalar un taller opcional de "Cómo contar bienes sin que nadie lo note".
Reflexión final satírica: la Contraloría hizo su entrada triunfal, prendió las luces y descubrió que la obra pública en La Libertad tenía dramaturgia propia. Queda por ver si los diagnósticos pasarán de los informes a las camillas o si todo terminará como siempre: en una telenovela con invitados oficiales y sin final satisfactorio. Mientras tanto, los almacenes siguen practicando su pasatiempo favorito: hacer desaparecer medicinas mejor que un ilusionista de feria.
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