COP30 en la Amazonía: promesas, selfies y soluciones de cartón para el clima

COP30 en la Amazonía: 197 países llegaron a respirar humo de promesas, abrazar árboles para la foto y jurar que el planeta no subirá más de 1,5 °C y selfies.

COP30 en la Amazonía: promesas, selfies y soluciones de cartón para el clima

Titular de portada (porque la selva también lee tabloides): COP30 en la Amazonía — la reunión donde salvar el planeta se convierte en deporte extremo de protocolo y buena voluntad fotográfica.

Lead: Por primera vez la Amazonía fue sede de la 30a Conferencia de las Partes, y el espectáculo estuvo garantizado: 197 países, millones de discursos medidos en apretón de manos, y una coreografía precisa de promesas que brillan tanto como el sudor de los delegados después de cinco minutos afuera sin aire acondicionado. Objetivo oficial: que el calentamiento global no supere 1,5 °C. Objetivo oficioso: que nadie salga en las noticias diciendo que todo es culpa del carbono.

Llegaron presidentes, viceministros, delegaciones, ONGs, científicos y hasta influencers climáticos con su kit de supervivencia: bloc de notas, mascarilla contra humo y filtro para la foto. Los discursos fueron profundos —profundamente repetitivos—: promesas de reducir emisiones, plantar árboles y enseñar a las empresas a portarse bien. En los pasillos se discutieron soluciones ancestrales y algunas startups presentaron apps para «plantar árboles digitales», que garantizan 0.0001 toneladas de CO2 por descarga y un certificado bonito para Instagram.

La Amazonía hospeda la conferencia y, por cortesía, recibe en préstamo una decena de ministros que prometen protegerla hasta que termine el siguiente informe de prensa. Hubo ceremonias con líderes abrazando árboles (importante tutorial: abrazar despacio para que salga la mejor foto), y delegaciones que hicieron ofrendas simbólicas a la pachamama mientras firmaban acuerdos simbólicos en papel reciclado de alta calidad.

Las ONG pusieron la voz y los científicos pusieron los gráficos; los políticos pusieron los anuncios y las empresas pusieron tarjetas de presentación con mensajes como "Comprometidos con el futuro" (que se doblan muy bien para marcadores de libros). En la zona expo, empresas petroleras ofrecían offsets con la misma pasión con la que venden seguros: comprando uno, te regalan un sticker que dice "Yo compensé mi huella".

Consecuencia práctica inmediata observada: aumento del 200% en selfies con fondo selvático y una bajísima incidencia de acciones concretas antes del almuerzo. Según un nuevo estudio realizado por el Instituto Internacional de Probabilidades Improbables (IIPI), el 87,3% de las promesas hechas en conferencias climáticas se vuelven invisibles al contacto con la realidad.

Cita oficial (no tan oficial): «Si abrazas un árbol y sonríes, reduces tu empatía climática en un 0,001% y subes 5 likes en redes», declaró un anónimo experto en comunicaciones ambientales con diplomado en relaciones públicas y posgrado en filtros fotográficos.

Lecciones aprendidas: la Amazonía demostró ser un escenario emocionante para exhibir buenas intenciones. El planeta, por su parte, sigue con su termostato sonriendo de forma peligrosa. Mientras tanto, los delegados regresarán a sus países con fotografías, comunicados y la firme promesa de reunirse otra vez para comprobar que todo sigue exactamente igual —salvo por los árboles que, esperemos, sigan siendo más que atrezzo de campaña.

Estadística absurda para el recuerdo: según el observatorio satírico «Promesas S.A.», cada COP reduce la emisión de arrepentimiento en un 12% y aumenta la venta de termos reutilizables en un 73%. Fin del comunicado ecológico-cómico. ¡Nos vemos en la próxima cumbre, con más fotos, menos calorías políticas y la misma urgencia compartida para seguir posando mientras el planeta exige acción!

Publicado en: 20 de noviembre de 2025, 10:30

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