Crisis en ollas comunes: S/2.25 por beneficiario deja menús de supervivencia

Con S/2.25 por beneficiario, las ollas comunes entran en emergencia: niños, ancianos y enfermos frente a menús imaginativos, paciencia y sopa de aire ya.

Crisis en ollas comunes: S/2.25 por beneficiario deja menús de supervivencia

Titular satírico (pero real): las ollas comunes están practicando el arte milenario de convertir S/2.25 en banquetes invisibles.

En un giro que nadie pidió pero todos sufrimos, el presupuesto de S/2.25 por beneficiario ha convertido las cocinas comunitarias en laboratorios de creatividad forzada. Lo que antes era arroz con pollo ahora podría llamarse "arroz con esperanza" o, en su versión avanzada, "sopa de aire con toque de fe".

La demanda —niños, adultos mayores, enfermos y personas que simplemente no quieren elegir entre comer o pagar la luz— supera claramente los recursos. Resultado: menús que desafían la lógica, recetas que vienen con instrucciones espirituales y voluntarios que estudian alquimia entre olla y olla.

"Hemos introducido el concepto de menú intangible", declaró sonriente el autoproclamado Dr. Humilde Pancho, experto en presupuestos imaginarios. "Con S/2.25 podemos ofrecer tres cosas: calor humano, buena conversación... y eventualmente una galleta si hay suerte".

Fuentes extraoficiales y 100% verificadas por la tía que siempre cocina dicen que un 9 de cada 10 ollas ahora incluyen 'aire regional' como ingrediente. Estadística complementaria: el 73.2% de las cucharas piden aumento salarial por desgaste estructural.

Las consecuencias son tan previsibles como dramáticas: la imaginación gastronómica se ha profesionalizado. Talleres comunitarios enseñan a disfrazar lentejas de estofado, y cursillos intensivos ofrecen el certificado "MasterChef de la Caridad" por pagar con abrazos.

Mientras tanto, las autoridades han recomendado soluciones prácticas y novedosas: fomentar la autosuficiencia mediante manuales de meditación culinaria, promover el trueque (una sonrisa por medio vaso de caldo) y, en casos extremos, aumentar el presupuesto... en sueños.

La gente responde con la clásica mezcla peruana de resignación y chiste: chicha morada para la esperanza, pan con sentido común para acompañar, y la cantaleta de siempre —"algún día esto cambiará"— repetida en coro por personas que ya dominan el arte del optimismo racionado.

Conclusión no oficial: mientras S/2.25 siga siendo la cifra mágica, las ollas comunes seguirán siendo escuelas de creatividad forzada, laboratorios de solidaridad y templos de la risa contenida. Y si alguien encuentra el recibo donde dice que esa cantidad alcanza, favor devolverlo a quien lo perdió.

Cita absurda para cerrar: "Con S/2.25 he aprendido que la mejor guarnición es la paciencia; la segunda, el chisme" — Doña Carmela, presidenta honoraria de la olla que todavía cree en los milagros.

Publicado en: 5 de diciembre de 2025, 10:10

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