Dónde jubilarte según tu economía: guía satírica para no arruinar la pensión
Antes de jubilarte, mira tu cuenta bancaria: esta guía satírica te ayuda a escoger playa, montaña o sala de espera eterna según tu bolsillo y algo de dignidad.

Titular serio: "Toma en cuenta tu economía para elegir el lugar donde quieres pasar tu vida una vez que te jubiles".
Titular real (y mucho más honesto): Antes de elegir sol, chacra o sofá, pregúntale a tu cuenta bancaria. Ella no miente, solo hace caras feas.
Lead satírico: La jubilación es ese momento mágico en que la vida te ofrece tres regalos: tiempo libre, consejos no solicitados de tus sobrinos y la urgente necesidad de decidir dónde esconderte del pago de servicios. Si tu AFP parece una alcancía con telarañas, quizás la playa suene romántica... hasta que recuerdas que la brisa también trae facturas.
Opción 1: La playa — ideal para quien puede pagar cervezas, protector solar y alquiler sin hipotecarse otra vez. Ventaja: amaneceres, ceviche y la posibilidad de decir "me retiro aquí" en Instagram. Desventaja: si tu pensión es de bolsillo perforado, el Instagram no paga la luz.
Opción 2: La sierra — para los que quieren aire puro, caminitos y Productos Orgánicos de etiqueta. Ventaja: la papa te mantiene en forma; desventaja: el internet tarda tanto que tus nietos olvidan que existes.
Opción 3: La gran ciudad — para jubilados con espíritu de taxista y ganas de quejarse en libertad. Ventaja: hospitales cerca y delivery a cualquier hora. Desventaja: la serenidad cuesta lo mismo que tres entradas al cine.
Opción "Vivir con los hijos" — alternativa excelente si te gusta la emoción de dormir en turnos, compartir control remoto y pagar la mitad de la cuenta sin que nadie te lo agradezca. Etiqueta: "economía colaborativa (impuesta)".
Consejo de oro (ojo, no es financiero): Si la palabra "retiro" suena a irte a un paraíso fiscal, recuerda que hay paraísos peores: la casa del amigo que "arregla todo" con una caña y un manual de TikTok.
Cita de experto absurdo: "Según el profesor Don Hipólito, economista, ex vendedor de anticuchos y ahora consultor de memorias, ‘la mejor jubilación es la que te deja dormir sin mirar el estado de cuenta a las 3 a.m.'".
Estadística inventada pero contundente: El 72.6% de quienes dicen que se jubilan en la playa terminan en la sala de sus hijos por motivos misteriosos etiquetados como "ahora sí me cuido".
Cómo decidir sin volverte loco (ni pobre): 1) Suma tus ingresos y réstale tus sueños extravagantes; 2) Añade una porción grande de sentido común; 3) Si sobra, compra un pasaje; si no, compra café y paciencia. Y siempre deja un colchón para emergencias (y para los regalos navideños que nadie te pide pero todos esperan).
Final irónico: La jubilación perfecta no existe, pero la planeada sí —o al menos evita que termines vendiendo el televisor para pagar la luz. Recuerda: la vida después del trabajo debería ser para disfrutar, no para aprender contabilidad avanzada a la fuerza. Y si todo falla, al menos tendrás tiempo para volver a aprender un deporte olvidado: hacer colas.
Postdata provocadora: Si tienes plata, ve a la playa. Si no, al menos ve a la playa mental: imagina olas, cierra los ojos y abstente de mirar tu saldo bancario por 72 horas. Es terapéutico y gratis (por ahora).
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