Ejecutivo lamenta tragedia en Camaná y pone en marcha el protocolo nacional de lamentos

El Ejecutivo lamenta la tragedia del bus en Camaná; sátira sobre condolencias oficiales, comisiones infinitas y promesas que se disculpan pero no arreglan.

Ejecutivo lamenta tragedia en Camaná y pone en marcha el protocolo nacional de lamentos

Titular satírico: El Ejecutivo lamenta con voz institucional, releva culpas al destino y abre la Oficina Central de Lamentos

En un acto que ya parece ritual nacional, el Ejecutivo expresó su «más profundo pesar» por la muerte de decenas de personas tras el despiste y caída de un bus interprovincial en la provincia de Camaná. Acto seguido, encendió las luces protocolarias, pidió un silencio respetuoso y repartió frases hechas en formato digital para consumo masivo. Todo muy emotivo, todo muy oficial, todo con sello de decir sin hacer.

Los hechos son trágicos, y el dolor de familiares y amigos merece respeto —y también soluciones reales, no solo titulares—. Pero aquí vamos a hablar de la otra escena: la puesta en escena del lamento gubernamental, esa coreografía que incluye palabras como «consternación», «solidaridad» y «investigación», en ese orden y con duración exacta de 27 segundos para las cámaras.

Según la versión oficial, el Ejecutivo «lamentó profundamente» la pérdida de vidas. Traducción no oficial: se lamentó con la misma seriedad con la que un conductor se disculpa por tocar la bocina un rato antes del tráfico. De inmediato, se anunció la creación de una comisión que investigará los hechos, aclarará responsabilidades y, como paso final e indispensable, emitirá un comunicado que volverá a lamentarse por lo ocurrido.

No faltaron los pasos obligados: minuto de silencio para las cámaras, aplauso discreto para los bomberos, y la promesa solemne de revisar protocolos. Luego llegará la clásica fase B: reuniones, comitivas, fotos grupales con chalecos reflectantes y, en un futuro indeterminado, algún decreto que modestamente abra un fondo para «medidas preventivas» cuyo monto será decidido después de otro comunicado.

Cita (ficticia, por eso no tiene responsabilidad legal pero sí peso moral): «Hemos activado el Protocolo Nacional de Lamentos. Ya enviamos un tuit, un tweet de solidaridad y estamos elaborando un acta que claramente no se cae de la nube», declaró el autodenominado Secretario de Mensajes Oficiales.

Estadística absurda (pero entretenida): Un sondeo del Instituto Nacional de Procedimientos Sentimentales —entidad que solo existe en las redes— revela que el 87% de los lamentos oficiales no reduce la probabilidad de que un bus vuelva a despeñarse; el 13% restante corresponde a abuelos que ya no viajan en interprovinciales.

Mientras el país guarda luto y exige respuestas concretas (vías seguras, mantenimiento vehicular, control de horarios, sanciones efectivas), la maquinaria del Estado sigue ensayando el guion perfecto del pesar. Aquí la sátira no pretende restar gravedad al suceso ni a las pérdidas humanas; pretende, en cambio, iluminar la ridiculez de las condolencias convertidas en producto oficial.

Si el Ejecutivo quiere pasar de lamentar a resolver, sugerimos pasos prácticos: inspecciones rigurosas a las líneas interprovinciales, sanciones ejemplares a responsables de seguridad vial, inversión real en infraestructura y planificación de emergencia. Ah, y por favor: que la próxima «comisión investigadora» venga con casco, linterna y mapa, no solo con figurín de prensa.

En memoria de las víctimas: respeto y demanda de acciones. A los lamentos oficiales: gracias por la emoción, ahora pónganse a trabajar.

Publicado en: 13 de noviembre de 2025, 10:30

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