Excomunicadores de Dina Boluarte capturan ministerios gracias a influencias y cupos de prensa
Periodistas del equipo de Dina Boluarte habrían tomado ministerios por influencias; denuncias hablan de caza de puestos, despidos selectivos y favores a la carta.
¡ALERTA ROJA EN LOS MINISTERIOS: llegó la pluma oficial!
En un giro que ni el mejor guionista de telenovelas políticas hubiera imaginado, excomunicadores que trabajaron en el gobierno de Dina Boluarte parecen estar haciendo una gira triunfal por los pasillos ministeriales, dejando tras de sí tarjetas de presentación, selfies protocolares y, según denuncias, puestos de trabajo recién pintados con su nombre. Testigos afirmaron que, desde que Pedro Castillo dejó el poder, el equipo de prensa entró como quien entra a un buffet libre: con bandejas, sonrisas y la intención de servirse lo que quede.
Las voces que denuncian —periodistas desplazados, funcionarios con cupos vacíos y algún que otro archivador que perdió su lugar en la repisa— aseguran que la operación fue tan organizada que hasta habría habido listas de asistentes y un cronograma para mudar las fotocopias. "Vinieron con influencias, con amistades, con agenda y con mochilas llenas de CVs brillantes", dijo un denunciante anónimo mientras miraba su antigua credencial en la que todavía se lee "Prensa" como si fuera una reliquia.
Según la versión oficial (la que nadie pidió pero todos aceptaron leer), todo fue un proceso natural de renovación. Según la versión oficiosa (la más sabrosa), fue un reacomodo de sillones, micrófonos y egos: los excomunicadores habrían accedido a puestos en diversos ministerios gracias a 'contactos', 'recomendaciones' y 'ese mensajito al WhatsApp que nunca falla'.
Un 'experto' inventado para la ocasión, el profesor Rufino Pluma —autoproclamado especialista en upgrade de periodistas— comentó: "Es simple: cuando hay cambio de gobierno, hay cambio de plumas. Antes era el plumerío tradicional; ahora es plumerío con tarjeta VIP". Pluma añadió, sin pudor, que el fenómeno internacionalmente conocido como "rotación de plumíferos por influencia" ha subido un 400% en los últimos cinco minutos, según su estadística privada.
Si las denuncias son correctas, los ministerios ahora funcionan con un nuevo organigrama donde el cargo más disputado no es ministro, sino jefe de prensa con acceso a la cafetera. Una encuesta absurda hecha en la cafetería de un ministerio (encuesta de 3 personas y una máquina de expreso) reveló que el 87% de las tazas ahora tienen insignias de prensa; el 13% restante son tazas de 'uso decorativo'.
Consecuencias prácticas: fotos oficiales más estilizadas, comunicados más cortos y con mejor uso de emojis, y un ligero aumento en la presencia de selfies en eventos protocolares. Consecuencias burocráticas: archivos reetiquetados, fichas laborales que ahora incluyen "experiencia en influencias" y un nuevo curso obligatorio llamado "Networking para principiantes con poder".
Los desplazados, por su parte, han creado un club de apoyo llamado "Ex-Prensa, no prensa" donde comparten currículums, memes y técnicas de supervivencia laboral. Su eslogan: "Si no puedes competir, al menos haz una newsletter".
Cierre irónico: mientras algunos celebran la eficiencia con la que se ocuparon las vacantes (según ellos, en tiempo récord y con mínima burocracia), otros sospechan que en el futuro cercano podríamos ver a excomunicadores postulando a cargos sin currículum, con solo un buen tuit y una llamada al número que todos acabamos guardando: el del contacto que siempre te consigue el puesto.
Cita falsa pero necesaria: "Si el ministerio tuviera contestadora, ya tendría música de ascensor y playlist de comunicadores" —aseguró, con tono solemne, la presidenta honoraria del club de las tazas reutilizables.
Estadística absurda final: 9 de cada 10 ministerios prefieren ahora recibir comunicados en formato PDF con foto, y el décimo prefiere un reel de 15 segundos. ¿Quién diría que la burocracia sería tan social-media-friendly?
Publicado desde la sección de chismes institucionales (no oficial): sus plumas son poder, pero nuestras risas son gratis.
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