Incendio sin víctimas: 23 bomberos, casas afectadas y fiesta vecinal
Incendio provocó caos urbano: 23 unidades bomberiles, viviendas chamuscadas y cero muertos; vecinos celebran sobrevivencia y bomberos piden café y medallas.

Titular provocador, titular real: hubo fuego, no hubo muertos, y ahora el barrio presume moretones emocionales y anécdotas para la abuela.
En el legendario episodio local que algunos ya llaman "La Noche en la que el Barrio Practicó su Escape", 23 unidades de bomberos acudieron al lugar como si se tratara de la final de la Champions de la extinción. Nadie murió —lo cual parece casi un bonus inesperado en la programación de hoy—, aunque varias viviendas cercanas quedaron con ese look humeante que en las revistas de decoración llaman "industrial espontáneo".
Los vecinos, entre el susto y la curiosidad, se organizaron con rapidez: hubo quien trajo sillas plegables, quien ofreció galletitas y quien, muy pragmático, pidió permiso para tomarse selfies con la manguera. Testigos señalan que el ambiente pasó de alarma a afterparty en menos de lo que tarda un hidrante en soltar agua.
Los bomberos, por su parte, desplegaron tácticas heroicas y protocolos que probablemente incluyeron aplaudir cada vez que una ventana decidía no explotar. "Vinimos a apagar y nos quedamos de jurado del mejor asado de emergencia", declaró en tono jocoso un servidor del fuego apodado 'Chispitas'. Al cierre, hubo café —mucho café— y una petición oficial: más medallas y menos trámites administrativos para quienes corren hacia las llamas con la mejor voluntad y la peor playlist.
Estadística no gubernamental ni confiable: el 73.8% de los vecinos subió historias a redes sociales antes de cerrar la puerta; el 100% de quienes publicaron stickers de bombero añadieron el corazón. Otra cifra de peso: 42% de las casas afectadas ahora consideran vender el escombro como "arte contemporáneo con historia".
Conclusión práctica: sin víctimas, con viviendas castigadas y con 23 unidades bomberiles que llegaron con la solemnidad de una banda militar y la puntualidad de un reloj con resaca. Los vecinos celebran la supervivencia; los bomberos piden café, y el distrito ya trabaja en el protocolo oficial para la próxima vez que el horno del vecindario decida practicar pyrotechnics.
"Si vuelve a pasar, al menos que haya música para la evacuación", sugirió doña Rosa, presidenta del comité de solidaridad y organizadora informal del bingo post-incendio. Y así, entre ironías y mangueras, la ciudad sigue viva, carbonizada y con ganas de contar la anécdota en cada reunión familiar.
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