Jorge Figueroa asume Educación: promete descentralizar, digitalizar y repartir mini‑ministerios a las aulas
Jorge Figueroa promete descentralizar la educación hasta que cada colegio tenga su propio ministerio y Wi‑Fi imaginario. ¿Transformación digital o magia? con Scratch.
Jorge Figueroa Guzmán juró hoy como nuevo ministro de Educación y, según el protocolo sagrado de los anuncios públicos, vino con más de 20 años de experiencia, un folder lleno de siglas y la promesa de descentralizar tanto que cada aula termine teniendo su propio mini‑ministerio. "Articularemos", dijo la palabra mágica tres veces, como quien invoca un hechizo administrativo que suena muy bien en ruedas de prensa.
El programa oficial incluye las palabras favoritas del momento: planeamiento estratégico, transformación digital y empleabilidad. Traducción no oficial: reorganizaremos organigramas hasta que nadie sepa quién manda, instalaremos Wi‑Fi (probablemente intermitente, romántico y con nombre artístico) y enseñaremos a los niños a preparar un CV antes de que aprendan a restar. Porque claro, si no te enseñan a vender tu talento a los 8 años, ¿qué haces con la primaria?
La descentralización, prometen, será inclusiva. Eso significa que las decisiones ya no se tomarán solo en Lima, sino en Lima, en varios comités regionales, en consejos distritales, en subsedes, y en el famoso "Grupo de Trabajo para el Grupo de Trabajo" que se fundará la próxima semana. En la práctica, cada escuela podrá decidir si quiere matemáticas, habilidades blandas, certificación en TikTok o una cátedra obligatoria de cumplimiento de formularios.
En materia de transformación digital, la hoja de ruta incluye plataformas, plataformas y más plataformas. Se anuncia que se articulará la educación básica, técnica y superior mediante portales que prometen interoperabilidad, reutilización y descenso controlado de la paciencia de docentes y padres. Los técnicos ya trabajan en la versión beta: una plataforma que funciona perfectamente los domingos entre 3:00 y 3:05 a. m., horario en el que los alumnos más creativos harán sus tareas nocturnas por decreto.
Con más de dos décadas en gestión pública, Figueroa llega con la experiencia puntual de quien ha pasado por comités, mesas y subcomités suficientes como para saber que la burocracia también es una forma de arte. Sus logros incluyen planificación estratégica de desayunos ministeriales y una maestría en diplomacia de pasillos. Los analistas no oficiales del mercado educativo opinan que ahora todo será medible, siempre y cuando la métrica se pueda convertir en un powerpoint convincente.
Cita oficial (o algo así):
"Vamos a llevar Wi‑Fi a todas las escuelas… y si el Wi‑Fi no llega, enviaremos un decreto afectivo", aseguró un vocero del ministerio mientras buscaba el botón de "enviar" en su tablet imaginaria.
Estadística absurda: según el Instituto Nacional de Encuestas que Nadie Consultó, el 83,7% de las reformas educativas comienzan con buena intención y un café; el 14,2% terminan en stickers; y el 2,1% realmente cambian algo en las aulas.
Conclusión práctica (versión corta): será bonito, sonará moderno, tendrá siglas y presentaciones con animaciones, y si todo sale mal siempre quedará la promesa de que fue por la descentralización, la transformación digital o un inesperado cortocircuito en la fotocopiadora. Al menos, los estudiantes podrán poner "certificado en resiliencia institucional" en sus CVs desde primeros grados.
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