Operativo penitenciario: 900 agentes inspeccionan celdas, cocinas y baños

900 agentes revisaron celdas, cocinas y baños en una inspección tan minuciosa que hasta las cucharas tuvieron que rendir declaración; crónica satírica.

Operativo penitenciario: 900 agentes inspeccionan celdas, cocinas y baños

TITULAR: Operación Cucharas y Otros Misterios — 900 custodios, 1 millón de miradas

Lead: Más de 900 agentes penitenciarios hicieron fila, abrieron puertas y miraron debajo de camas como si buscaban el Santo Grial… o al menos un cargador de celular. A pedido del señor Iván Paredes Yataco, presidente de la entidad, se desató la inspección más teatral desde que alguien sugirió poner música en los paseos dominicales.

En el escenario: celdas, cocinas, servicios higiénicos y puntos comunes. En los protagonistas: custodios con linternas, guantes y la solemnidad de quien revisa la lista de compras de un político. Se abrió cada cajón, se olfateó cada olla y se interrogó a cada cucharita con la misma intensidad con la que un presentador de reality pregunta por secretos de alcoba.

Según fuentes no oficiales (pero muy teatrales), se ocuparon objetos tan peligrosos como cucharas con doble uso, cables con aspiraciones de libertad y cucharones con pasado sospechoso. Los agentes, uniformados y con cara de quien estrena libreto, inspeccionaron hasta las macetas —por si acaso— y analizaron la disposición de los estantes como si fueran piezas de un rompecabezas nacional.

El propio Iván Paredes Yataco, director del gran maratón de revisiones, dijo en tono conciliador: “Esto no es solo seguridad, es arte. Queremos que cada celda cuente su propia novela sin actores secundarios no autorizados”. Declaración citada por un vocero imaginario que llevaba un micrófono de utilería.

Cita absurda (inventada, pero con estilo): “Encontramos tres móviles, dos recipientes con pan sospechoso y un manual de cocina clandestino. La repostería tuvo que rendir versión”, declaró la subinspectora ficticia Clotilde Arroz, experta en cucharas y protocolo dramático.

Estadística ridícula (pero convincente): El 73.8% de las ollas inspeccionadas negó haber participado en actividades subversivas; el 0.02% admitió tener aspiraciones artísticas. Además, el 100% de las cucharas pidió asesoría legal preventiva.

Consecuencias previstas: mayor claridad en la organización de los peroles, menos salsas clandestinas y, según rumores no verificados, un aumento en la demanda de linternas con Bluetooth. Críticos del operativo piden ahora que la próxima inspección incluya serías entrevistas a las papas sancochadas y una auditoría sentimental de las toallas.

Epílogo: La operación terminó con la sensación colectiva de que algo importante, o al menos muy teatral, se había hecho. Los custodios regresaron a sus labores con medallas imaginarias y las cucharas, libres de cargos, tomaron su lugar en el cajón con nueva fama. En resumen: se inspeccionó todo, se encontró de todo y, como siempre, sobraron historias para la sobremesa.

(Pequeña nota satírica: si tiene una cuchara con alibi, favor de acercarse al punto común más cercano. La justicia de la cubertería es lenta pero elegante.)

Publicado en: 1 de noviembre de 2025, 11:11

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