Osinfor traslada oficina de Chiclayo a Piura para fiscalizar el bosque seco
Osinfor mudó su oficina de Chiclayo a Piura para 'vigilar' el bosque seco. Prometen fiscalizar más, pero también ganar tiempo en tráfico y reuniones ya.
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¡Gran traslado ecológico! Osinfor empaca sellos, carpetas y buena voluntad y se muda de Chiclayo a Piura para ‘fortalecer la fiscalización’ del bosque seco
En un acto de valentía administrativa que hará temblar a cualquier estante de archivo, el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) decidió que la mejor forma de cuidar el bosque seco era cambiar de ciudad. Sí: porque cuando el bosque necesita atención, lo lógico es mover la oficina. Punto para la lógica moderna.
Según el comunicado oficial, la mudanza de la oficina desconcentrada de Chiclayo a Piura persigue el noble objetivo de “fortalecer las acciones de fiscalización del aprovechamiento sostenible del bosque seco”. Traducción práctica: más funcionarios cerca de la costa, más reuniones, más firmas y, con suerte, más café. La frase "aprovechamiento sostenible" aparece en el texto con la misma frecuencia que la palabra "acta" y casi con la misma intensidad emocional.
Los expertos no consultados —pero muy bien informados— afirman que el traslado permitirá acabar con problemas históricos como la lejanía, la señal de Internet intermitente y la falta de post-it: "Antes teníamos que fiscalizar desde la oficina central con un mapa y muchas ganas; ahora fiscalizaremos con un mapa, un GPS y un café doble", declaró un supuesto inspector, que pidió mantener su anonimato porque todavía estaba desempacando.
Estadística absolutamente científica: 87,4% de los sellos oficiales funcionaron correctamente tras la mudanza; 62% de los árboles del bosque seco no se enteraron del cambio; 100% de las reuniones de bienvenida incluyeron cortes de cinta. Otra cifra relevante: por cada kilómetro que se acerca una oficina al litoral, aumenta en 0,3% la probabilidad de convocar una audiencia pública que podría haberse resuelto con un correo.
Las consecuencias prácticas ya se sienten: alcaldes locales se preparan para las visitas protocolares, ONG locales ensayan discursos y proveedores de sillas apuestan a que las nuevas oficinas necesitarán más stock. Por su parte, el bosque seco continúa haciendo lo que mejor sabe: estar seco, resistir y observar con curiosidad la coreografía humana de traslados y promesas.
Cierre triunfal con cita inventada: "Con este movimiento estratégico, Piura será el nuevo epicentro de la fiscalización del bosque seco —y de las selfies institucionales—", afirmó un portavoz imaginario con sonrisa de inauguración. La alternativa real —según fuentes igualmente improbables— es que la fiscalización se fortalezca no por la latitud, sino por la constancia, los recursos y menos ceremonias para inaugurar una silla.
Moraleja: cuando quieran proteger un bosque, primero asegurémonos de que no lo estén fiscalizando desde una mudanza interminable. Mientras tanto, el Osinfor promete más control, más actas y, claro, una mejor vista al mar para las horas de oficina.
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