Teleférico en Choquequirao y Corredor Turístico Nororiental: Mincetur promete turistas, selfies y cero sudor

Mincetur anuncia teleférico en Choquequirao y Corredor Turístico Nororiental: más turistas, menos caminatas, y un aumento prometido de selfies en las ruinas.

Teleférico en Choquequirao y Corredor Turístico Nororiental: Mincetur promete turistas, selfies y cero sudor

Titular provocador: Choquequirao ahora VIP —llegue en teleférico, haga su selfie y no sepa nada del cerro

En un giro que combina eficiencia ministerial con espíritu de parque temático, Mincetur presentó dos proyectos destinados a convertir la arqueología ancestral en experiencia exprimible para turistas con poco tiempo y mucha batería: el Teleférico de Choquequirao y el Corredor Turístico Nororiental. Según la cartera, todo esto «mejorará el acceso a atractivos y potenciará el flujo de visitantes». Traducción oficial: más turistas, menos caminatas y más puestos de souvenirs por metro cuadrado.

La promesa suena a solución moderna: ¿subir al cielo en cápsulas climatizadas para admirar mil años de historia sin mancharse las zapatillas? Exacto. Para quienes consideran que la experiencia cultural debe venir con aire acondicionado y señal de Wi‑Fi, el teleférico cae como anillo al dedo. Para los custodios de la tradición, la idea tiene la gracia de un flashazo en medio de una ofrenda.

El Corredor Turístico Nororiental, por su parte, quiere hacer por la selva lo que la avenida central hace por el tráfico: ordenar el caos para que la masa turística circule sin fricciones, como si fuese una nueva línea metropolitana de turistas. Se anticipan rutas, puestos abiertos, miradores panorámicos y, claro, aplicaciones con mapas que marcarán el puesto del mejor ceviche de carretera.

No podía faltar la jerga técnica: «mejorar el flujo de visitantes». Frase utilísima que sirve para todo y no obliga a explicar nada. ¿Qué quieren decir exactamente? ¿Que habrá más visitantes? ¿Que las visitas serán más ordenadas? ¿Que el flujo se parecerá al de una fábrica de experiencias? Todo eso y, probablemente, alguna inauguración con cinta, fotos y discurso que incluye la palabra "impulso" por lo menos diez veces.

Cita irreverente: "Con este teleférico, Choquequirao pasará de ser un destino para caminantes a uno para influencers con prisa", declaró el imaginario Dr. Mamerto Turistólogo, profesor honorario de la Universidad de la Esquina. "Además, las ruinas ya pidieron a gritos su propio local de donas y café 24/7", añadió con semblante serio y evidente falta de estudio de impacto.

Estadística absurda (pero creíble para redes): estudios no publicados indican que el teleférico podría aumentar las selfies en Choquequirao en un 420% y traer 3,14 millones de visitantes en la primera temporada, de los cuales el 62% llegará buscando señal para subir la foto antes de mirar la piedra.

Consecuencias previstas: turistas que no transpiren ni aprendan a lidiar con la altura, vendedores ambulantes con apps de geolocalización, guías que competirán por ofrecer el "tour express de 30 minutos con foto incluida", y arqueólogos que contemplarán con una mezcla de orgullo y resignación cómo la historia se vuelve consumible por porciones.

En resumen, Mincetur promete acceso, modernización y números bonitos. Los críticos prometen debate, las comunidades prometen reuniones y los guardaparques prometen intentar cobrar por el carguío de baterías. Mientras tanto, el teleférico espera su partida: el moderno funicular hacia la nostalgia, versión 2.0, con cupo para 20 turistas, 4 mochilas y 1 llama simbólica de peluche.

Frase final para titulares: cuando la modernidad toca ruinas milenarias, siempre es conveniente llevar protector solar, cargador portátil y sentido del humor.

Publicado en: 4 de octubre de 2025, 7:30

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