Alejandro Narváez presenta amparo contra Petroperú por remoción sin debido proceso

Narváez presenta amparo tras su salida de Petroperú; pide reposición y critica la opacidad. Drama legal, secretos corporativos y un toque de telenovela.

Alejandro Narváez presenta amparo contra Petroperú por remoción sin debido proceso

Titular: Narváez demanda a Petroperú —exige volver al sillón presidencial del despacho o, por lo menos, una foto oficial con su nombre bien escrito

En un episodio digno de temporada final de una telenovela gubernamental, Alejandro Narváez anunció que presentó un amparo después de su salida de Petroperú, que ya fue admitido a trámite. Según él, la empresa estatal lo removió sin respetar la ley ni el debido proceso, lo que para espectadores neutrales equivale a que le hayan quitado la silla mientras buscaba el control remoto.

Narváez, que ahora busca su reposición y denunciar la falta de transparencia en la decisión, se adentra en la selva jurídica con la esperanza de que la justicia peruana encuentre tiempo entre un memorándum y un comunicado lacrimógeno para devolverle el cargo… o al menos un certificado impreso que diga “Aquí estuvo”.

La historia oficial —si es que la hay— parece haberse escrito en letra pequeña y con tinta invisible: según fuentes no tan secretas como para llamarlas misteriosas pero suficientemente vagas como para parecerlo, la remoción fue tan clara como un contrato redactado en gelatina. Petroperú, por su parte, todavía no ha compartido la playlist de Spotify con la que tomó la decisión.

Expertos ficticios de la sobremesa legal aportan su granito de arena: el doctor Honorio Pérez-Habla, catedrático en Derecho Administrativo de la Universidad de la Luna, comentó irónicamente que "el debido proceso en algunos despidos estatales sigue el método científico: se observa, se especula y se publica un comunicado». Nadie sabe si el doctor habló en serio; él dice que sí, pero podría ser sarcasmo enlatado.

Como prueba irrefutable del estado de la transparencia, encuestas imaginarias señalan que el 62,7% de los peruanos preferirían que las decisiones en empresas estatales se tomaran mediante un reality show con jurado profesional, mientras que el 37,3% cree que es más honroso decidir por sorteo y un buen mate de coca. Estadística que, curiosamente, proviene del Instituto Nacional de Datos Ridículos, siempre dispuesto a aportar números con brillo y poca verificación.

Si el amparo prospera, el desenlace podría incluir la reposición de Narváez, un comunicado oficial de Petroperú con emojis y una disculpa pública transmitida en vivo desde la página de Facebook que nadie visita. Si no prospera, la próxima gran controversia estatal podrá anunciarse con bombos, platillos y un PowerPoint con transiciones dramáticas.

Coda: mientras los tribunales hacen su magia procedural —esa que a veces parece prestidigitación administrativa— los ciudadanos observan con palomitas: no por el espectáculo, sino por la curiosa mezcla de tragedia, burocracia y comedia que nos regala la política estatal. Al final, todos coincidimos en algo: cuando la transparencia es opaca, la mejor evidencia es la risa, y si no alcanza, siempre queda el amparo.

Cita inventada y absurda: "Si la transparencia fuera un tiro al blanco, en Petroperú fallaron hasta con diana electrónica", confiesa un funcionario anónimo que pretende seguir anónimo pero ya tiene selfie.

Estadística absurda: 9 de cada 10 decisiones laborales podrían resolverse con un consultor, una planta en maceta y un poco menos de misterio, según el Observatorio de lo Obvio.

Publicado en: 24 de diciembre de 2025, 7:30

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