Congreso autoriza al Ejecutivo a legislar seguridad; alarma por libertad de prensa

Congreso entrega al Ejecutivo facultades para legislar en seguridad; críticos alertan riesgos a la libertad de prensa y posible criminalización mediática.

Congreso autoriza al Ejecutivo a legislar seguridad; alarma por libertad de prensa

HEADLINE: Congreso le pasa el control remoto al Ejecutivo y estrena nuevo delito: "reportear sin consentimiento del Estado"

En un acto de generosidad nunca antes vista (o al menos nunca admitida en horario estelar), el Congreso de la República decidió regalarle al Ejecutivo la facultad de legislar en materia de seguridad ciudadana. Fuera la incertidumbre: ahora es más fácil que nunca aprobar normas desde el sillón, con control remoto y subtítulos automáticos.

El argumento oficial fue claro, conciso y digno de memes: "necesitamos legislar rápido para cuidar a la gente". Los ciudadanos, agradecidos, imaginaron controles en manos de expertos. Los críticos, en cambio, encendieron todas las alarmas sobre la libertad de prensa —porque cuando algo se hace con tanta prisa, normalmente lo que nace es un decreto, un ensayo de novela distópica o una nueva categoría penal con nombre creativo.

En la práctica, según fuentes no verificadas en la sala de café del Congreso, la nueva ventana de facultades podría incluir penas para delitos tan novedosos como "difusión de realidad incómoda" o "publicación reiterada de preguntas molestas". ¿Periodistas? Mejor llamarlos reporteros 2.0: ahora con posibilidad de ser sancionados por exceso de curiosidad.

Expertos imaginarios consultados por este diario-parodia advierten: si el Ejecutivo empieza a legislar seguridad a toda velocidad, el siguiente paso lógico es crear el Ministerio del Buen Chisme, con comisaría incluida. "El 92,6% de las encuestas hechas en servilletas sugiere que la gente prefiere que el Ejecutivo escriba leyes desde Instagram", declaró el Profesor Hipótesis, catedrático honorario del Instituto Nacional de Sentido Común.

Consecuencias prácticas (según una tabla dibujada a mano): los periodistas deberán pedir permiso antes de preguntar, los columnistas tendrán que presentar formularios en triplicado para publicar ironía, y los ciudadanos podrán ser multados por difundir chistes políticos que afecten la serenidad del Estado. Si esto suena exagerado es porque lo es; si suena plausible, entonces la realidad ya dejó de pagar cuotas de suscripción.

Los defensores de la medida aseguran que es urgente y necesaria: "darle al Ejecutivo la capacidad de legislar en seguridad agiliza procesos y protege a la población", dijo un portavoz sin nombre, acompañado por varios aplausos acústicos y la promesa de una rueda de prensa con entrada controlada. Mientras tanto, los detractores recuerdan que en materia de libertad de prensa, las manos largas suelen empezar siendo amistosas y terminar siendo guantes de boxeo.

Cita destacada (y absolutamente verificable por nadie): "Desde que el Congreso aprobó esto, mi alarma suena sola y mi televisor me explica cómo pensar", señaló una señora de barrio, quien afirmó además haber visto a su radio pedir permiso para emitir opinión.

Estadística absurda de cierre: 7 de cada 10 gatos opina que la nueva ley es confusa; los otros 3 no votaron pero sí miraron con sospecha. La democracia sigue su curso, el Ejecutivo su lápiz y el Congreso su costumbre de delegar con elegancia. Nosotros, por si acaso, seguimos pendientes: hoy más que nunca hay que reportear, reír y —cuando toque— preguntar con todas las precauciones burocráticas correspondientes.

Publicado en: 17 de diciembre de 2025, 7:10

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