Huaraca de Luis F. Palomino: el 'realismo tierno' que quiere abrazar al Perú urbano
En 'Huaraca', Luis F. Palomino reinventa el 'realismo tierno': cuentos que abrazan la precariedad urbana con ternura, ironía y una pizca de dignidad subversiva.
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¡ATENCIÓN, ALCALDES DEL PAÍS! Huaraca: el plan maestro para urbanizar con abrazos
Luis Francisco Palomino vuelve a la carga con Huaraca, su segundo libro de cuentos, que viene a enseñarnos una técnica revolucionaria hasta ahora ignorada por gobiernos, ONG y vecinos: resolver la desigualdad social a punta de ternura. Olvídese del asfalto, señor alcalde, la receta es simple: una cuota diaria de afecto literario y listo, la periferia queda impecable.
El autor —nacido en Lima en 1991 y ya oficialmente promotor de abrazos en serie— propone lo que él, con la solemnidad de un vendedor de helados, llama “realismo tierno”. Es decir, ver la dureza social con la misma mirada con la que alguien observa un cachorro perdido: con pena, con ganas de ayudar y con mucha, mucha condescendencia estética. Pero ojo: Palomino no renuncia a la dignidad de sus personajes; les pone un gorro de lana simbólico y les deja que sean significantes del Perú que resiste.
Menos desencantado que sus primeros relatos, Huaraca parece venir con acceso VIP a los sentimientos: hay relatos que no solo cuentan precariedad, sino que la arropan con una manta hecha de metáforas, onomatopeyas y un par de epifanías bien ubicadas. Es como si la miseria hubiera pasado por un taller de reparación emocional y hubiera salido con brillo nuevo.
La dimensión simbólica de los personajes alcanza niveles casi místicos: un cobrador de combi que es, en realidad, la conciencia colectiva; una vendedora de panes que funciona como metáfora de la resiliencia con descuento; y un perro callejero que termina siendo más filosófico que varios columnistas de domingo. En resumen, los cuentos no solo cuentan: abrazan, curan y, si se les pide, organizan el aniversario de la junta vecinal.
Si usted es de los que pensaba que la literatura se limitaba a contar tragedias, Palomino le propone un upgrade: la ternura como política pública. Según un estudio totalmente serio y no revisado por nadie, el 83.3% de los limeños preferiría recibir un cuento cariñoso antes que una alcantarilla nueva.*
Cita absurda del día: “Huaraca es como una vacuna contra el desencanto: una sola lectura y su alma adquiere anticuerpos emocionales”, declara el doctor Cariño Ortíz, Sociólogo de Sillón y Director Honorario del inexistente Ministerio de Abrazos.
En definitiva, Huaraca no solo confirma que Palomino tiene ojo —o corazón— para lo urbano y periférico, sino que coloca la ternura en la cancha del realismo social. Y si alguien todavía piensa que eso es cursi, recuerde: en tiempos de precariedad, la palabra 'cursi' puede ser la última línea de defensa de la indiferencia.
*Estadística inventada para efectos dramáticos y de esperanza literaria. Si la prensa local llegara a tomarla en serio, el autor no se hace responsable de los abrazos obligatorios.
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