Paros pacíficos: campesinos defienden el agro frente a la minería con yoga y alpacas
Trabajadores rurales inician paros pacíficos para proteger el agro de la minería: alpacas mediadoras, yoga en sembríos y diálogos que prometen eternidad.

«Huelga zen contra excavadoras: defendemos la papa con meditación»
En un giro que ni los manuales de comunicación social del siglo pasado podían prever, los trabajadores rurales anunciaron paros pacíficos para proteger el agro de la temida invasión minera. Fuentes cercanas (léase: la vecina que escucha todo) confirman que la nueva estrategia consiste en bloquear carreteras con pancartas, alpacas y clases de yoga campesino: postura del arado, saludo a la llovizna y el famoso "Om de la quinua".
La idea es simple y profundamente pacífica: si la mina no puede pasar porque hay campesinos sentados en silencio en un surco, ¿la mina se siente culpable y se va sola? Los dirigentes rurales, vestidos con ponchos que ahora son trending topic, prometen paros sin violencia —pero no sin creatividad—. Habrá cacerolazos, vigilia de faroles solares y, por qué no, un concurso nacional de pancartas con rimas: "¡No más pepitas en nuestras papas, minerito deja las zapas!".
Como era de esperar, el gobierno reaccionó con la calma y la velocidad de quien descubre que hay más de dos temas en la agenda: se ofreció diálogo, sostuvo que escucha y creó un comité que —según fuentes oficiales— tiene una hoja de ruta tan extensa que probablemente sobreviva a dos elecciones. El ministro responsable declaró en un comunicado emotivo que apoya el derecho a la protesta y, al mismo tiempo, apoya también el derecho de la inversión a seguir mirando mapas con símbolos brillosos.
Los representantes de la minería, por su parte, enviaron un mensaje conciliador: prometen estudiar el tema con lupa y con el mismo cariño con el que miran las geodas de transporte. Su director de relaciones públicas, quien prefirió no dar su nombre pero sí su eslogan corporativo, sugirió una solución técnica: "podemos trasladar la mina a un punto intermedio entre la montañita y la papita". Fue recibido como mínimo con risas y como máximo con la invitación a una clase de yoga en el surco.
Para añadir una pizca de credibilidad científica a la comedia, un supuesto "Centro de Estudios de Abrazos al Suelo" presentó datos contundentes: el 87,6% de las lombrices se muestran a favor de las protestas y el 12,4% restante todavía está de siesta. Otro estudio, financiado por la asociación de sombreros, concluyó que las alpacas mediadoras aumentan la tasa de diálogo en un 42% y reducen la probabilidad de discusión en redes sociales en un 0,0001% (estadística que, según ellos, es redondeable hacia arriba cuando hay chocolatada).
Los agricultores han subido la apuesta conceptual: además del paro, propondrán un protocolo de convivencia donde la minería deberá demostrar que ha leído al menos tres libros sobre agricultura antes de excavar. "No estamos en contra del progreso —dijo una dirigente con voz firme—, estamos en contra de que el progreso nos deje sin nuestra papa y con una aplausoteca de técnicos que dicen 'lo siento' en cursiva".
Conclusión oficial no oficial: habrá diálogo, habrá tomas, y habrá más creatividad que en muchas campañas publicitarias. Mientras tanto, en los campos se plantan no solo semillas sino slogans; en las plazas se respira humor con olor a tierra; y en las oficinas, los comités se preparan para reunirse hasta que las alpacas les pidan permiso para volver a pastar.
Cita absurda del día: "Si la mina insiste, enseñaremos a las papas a manifestarse pacíficamente —dijo un agricultor—. Ya empiezan a formar filas y algunas hacen fila india".
Estadística irrefutable (según fuente muy seria): 9 de cada 10 pancartas contienen al menos una rima; la décima es demasiado moderna para rimar y se declara experta en dialéctica.
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