Tanque mortal en el Callao: joven de 18 años muere en empresa cuestionada

Tragedia en el Callao: joven de 18 años muere al caer en un tanque de combustible. Empresa 'cuestionada' y autoridades protagonizan el festival del silencio.

Tanque mortal en el Callao: joven de 18 años muere en empresa cuestionada

Titular divertido (no tanto para la familia): El tanque que no sabía de protocolos

En el Callao, donde las gaviotas se mezclan con manuales de seguridad doblados en cuatro, un joven de 18 años perdió la vida tras caer dentro de un tanque de combustible en una empresa que, según vecinos, tiene más cuestionamientos que premios. Dos trabajadores más quedaron con pronóstico reservado. Tragedia real; sarcasmo oficial garantizado.

La escena suena a guion de comedia negra: un tanque, tres personas y una empresa espiritualizada en el arte del mínimo esfuerzo. Vecinos cuentan que la planta tiene toda la parafernalia de la modernidad: webcam para la foto del almuerzo, cartel luminoso que dice "Comprometidos con la seguridad" y un manual de prevención que, curiosamente, sirve mejor como salvamanteles.

Fuentes no oficiales —es decir, la prensa vecinal y el bar de la esquina— dicen que el protocolo de seguridad incluye elementos innovadores como: 1) poner el casco en la mesa cuando llega la visita; 2) firmar hojas de verificación en caligrafía ilegible; 3) rezar por internet. Las inspecciones regulatorias, por su parte, se presentaron en horarios flexibles: entre tomar café y contestar el teléfono.

'Estamos profundamente apenados, y vamos a investigar internamente lo que ya sabemos externamente', declaró un portavoz que prefirió no decir su nombre porque aún no lo había sacado de la etiqueta del traje. La frase, pulida y emotiva, fue acompañada por una pausa dramática y una hoja de papel con un logo grande que no cabe en las cenizas de la credibilidad.

Según una estadística absolutamente seria del Instituto Nacional de Lo Obvio (INLO): 'El 87% de las empresas cuestionadas tienen tanques con acceso público, perfecto para selfies y lamentables accidentes'. Dato no comprobado, pero con buena intuición y mucha indignación popular.

Mientras tanto, las autoridades prometen 'tolerancia cero' y convocan mesas de trabajo, comisiones, y, por qué no, un festival de firmas donde se comprometarán a revisar la revisión de lo revisado. La narrativa oficial avanza con la velocidad de una fotocopiadora en huelga.

En la comunidad, la bronca es palpable. Un vecino opinó: 'Antes la fábrica tiraba humo; ahora tira excusas'. Los familiares piden justicia y que la palabra 'prevención' deje de ser un adorno de feria comercial.

Que quede claro: no se trata de reírse de una muerte, sino de denunciar que, en pleno siglo XXI, los puestos de trabajo sigan pareciendo escenarios de alguna película donde el guion fue escrito por la comodidad y editado por la negligencia. Si los discursos tuvieran combustible, este país ya estaría en llamas.

Cierre constructivo (o irónico): mientras la empresa revisa sus manuales y la autoridad prepara un comunicado con tipografía solemne, el tanque sigue ahí, impávido, como un monumento a la burocracia eficiente: vertical, silencioso y muy buen poseedor de certificados que nadie abre. Y en algún bar del Callao, alguien va a contar esta historia con más rabia que risa.

Cita inventada para ambientar: 'Nuestra prioridad es la seguridad… siempre que no interfiera con la productividad', aseguró el director de Asuntos Públicos de la empresa, mientras ajustaba su corbata con el logo impreso en oro falso.

Publicado en: 18 de diciembre de 2025, 7:10

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