Cayacusha: escuela sin puertas ni sillas, niños estudian en troncos
Escuela nativa de Cayacusha sin puertas, sin servicios y con pizarras rotas: niños estudian en troncos y docentes piden al Ministerio ayuda urgente y real.
Título alterno (para prensa sensata): "Aulas al natural". Título real (para el Ministerio): "Proyecto piloto de educación al aire libre".
En la encantadora comunidad nativa de Cayacusha, la moda educativa viene sin puertas, sin servicios básicos y con pizarras que parecen arte contemporáneo después de un terremoto de tiza. Los pupitres se fueron de vacaciones indefinidas y los niños, fieles a la tradición creativa, han adoptado troncos como mobiliario oficial. Si antes decíamos "aprender en contacto con la naturaleza", ahora lo decimos literalmente: entra el viento, entra la lluvia y también la asignatura de supervivencia.
Los docentes de la institución educativa N.° 17092 han pasado de pedir recursos a protagonizar una campaña de intrépidos carpinteros improvisados. Sin sillas ni carpetas, los alumnos repasan sumas desde sus troncos-ergonómicos y practican, sin querer, la postura ancestral del equilibrista. Las pizarras, rotas y con más historia que el museo del distrito, sirven mejor como tabla ocasional para bocadillos que para lecciones de geografía.
Ante esta sinfonía de carencias, los profesores no han pedido poco: solicitan apoyo urgente al Ministerio de Educación. Fuentes ministeriales —o mejor dicho, fuentes que gustosamente serían ministeriales si no estuvieran ocupadas con cosas importantes como enviar memos y organizar ferias de fotos institucionales— aseguraron que la ayuda "está en camino". ¿En camino desde cuándo? Pregunta extraoficial: ¿viene por carretera, por dron o por buena intención?
Un experto en burocracia aplicada, la Dra. Sofía Despacher (doctorado honoris causa en firmar formularios), comentó: "Las puertas no están rotas, están en proceso de redistribución interministerial". Estadística impactante del Instituto Nacional de Asuntos Razonablemente Raros: el 102% de las pizarras rotas culpabiliza a la gravedad; el 87% de las sillas está en lista de espera para un curso de formación; y el 100% de los troncos aprobó taller de resiliencia infantil.
Mientras tanto, los funcionarios proponen soluciones creativas: lanzar una campaña de crowdfunding, instalar pizarras digitales que funcionen sólo con señal de imaginación y, como opción premium, mandar stickers que digan "Pronto: puertas" para que la fachada tenga optimismo. Los niños, por su parte, han sugerido reemplazar las sillas por cocos ahuecados y dar clases de liderazgo a los troncos para que asuman responsabilidades administrativas.
Un docente anónimo (porque el anonimato protege de circular de WhatsApp institucional) declaró: "Si el Ministerio no nos manda sillas, vamos a cobrar alquiler a los troncos y con eso compramos tizas". Con humor agreste y paciencia milenaria, los maestros de Cayacusha esperan algo más tangible que un comunicado: puertas que cierren, baños que funcionen y pizarras que no den más clase de historia de sus propias grietas.
Conclusión (no oficial): Si el Ministerio se toma en serio la innovación educativa, Cayacusha es el laboratorio perfecto. Si lo que busca es marketing, que por favor envíe antes una puerta para poner el logo. Y si alguien tiene un juego de sillas que no use, los troncos agradecen el retiro amistoso.
Cita final absurda: "Según el Observatorio de Mobiliario Volátil, el 73% de los pupitres prefiere ser madera", afirmó un vocero que no quiso dar su nombre porque estaba sentado en una mesa imaginaria.
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